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Educar en línea: nuestro nuevo desafío

La pandemia me llegó, como a varios, en pleno ingreso a la vida universitaria. Mis primeros dos años se fueron al frente del computador, experimentado un sistema educativo que, recién dando sus primeros pasos, se vio obligada a tomar el rol principal. Hablo de educar en línea.

Soy alguien criado con YouTube y foros de internet, por lo que el formato en línea no significó un mayor problema en cuanto a mis capacidades. Sin embargo, algo que siempre recaló en mi cabeza fue el ámbito docente. Más de alguno terminó su grado cuando Windows XP salió al mercado, otros alcanzaron la infancia de transición y los más modernos alcanzaron a navegar por Messenger o tener Fotolog en su época de jóvenes adultos. Siempre creí que, si alguien estaba realmente perjudicado por el abrupto cambio al online, ellos debían ser los profesores.

¿Y cómo culparlos? Debe ser difícil cambiar de la noche a la mañana el formato en que impartes tu profesión. No es como si pudieran elegir o Chile fuera un país en plena búsqueda de una educación en línea de nivel. No, simplemente sucedió y, en un corto periodo de tiempo, se tuvo que capacitar a los docentes para cumplir su labor. Su labor de siempre, pero de una forma totalmente distinta.

“Pero ¿Quién capacita todo esto?” una duda que surge. No es como si tuvieran preparada el tener un experto, no es algo que tenían planeado. Fue así como di con la persona que, dentro aquellos, fue quien tuvo que hacerse cargo. Gonzalo Mendoza, docente de la Universidad de Concepción, tuvo la labor de educar, si es la palabra correcta, a sus colegas. Inmiscuirlos, de forma rápida, a este nuevo mundo educativo.

En 2020, muchos conocieron un mundo que para gente como el señor Mendoza, siempre fue punto a tratar. Hablemos de Educación en línea.

2020: educación en línea o nada

La educación secundaria y universitaria (además de otras áreas) se vieron obligadas a cambiar su esquema. Pasar de presencialidad al trabajo telemático.

A simple vista, la educación en línea apareció adelantada a sus tiempos, algo para lo que no había herramientas. Sin embargo, Gonzalo Mendoza explica que “las herramientas y todo estaba… las plataformas, las aplicaciones vienen desde hace un tiempo”. Esto es totalmente cierto. Si miramos las fechas de creación de cualquier plataforma usada como Teams, Zoom o Google Meet, todas dictan desde antes de 2020. Inclusive, los cursos en línea masivos, otorgados por reconocidas páginas como Domestika u Open English, dictan desde 2002 y 2007 respectivamente.

Para Mendoza, el problema rige en el sistema educativo “El modelo tradicional es al que le cuesta existir el cambio… Ahí esta el choque”. Según el educador de la Universidad de Concepción, el sistema falla al querer “usar las TIC [Tecnologías de la información y la comunicación] sin cambiar la forma en que se educaba… no, se debería buscar la forma de complementarse con las TIC y ver la mejor forma enseñar”.

Esto va más allá de un problema local, en España, BBVA y la Fundación FAD Juventud hicieron un informe sobre «Oportunidades y desafíos de la educación digital desde la perspectiva de los centros educativos». En este, más de un 40% de los colegios encuestados no estaba de acuerdo en digitalizar la educación, siendo una de las mayores excusas “la baja competencia digital de las familias” (61,8 %) (siendo que España es considera uno de los países más digitalizados del mundo). Asunto que tampoco afectaría a un país como Chile

Esto se acompaña con lo que dice el entrevistado. Más que una falta de herramientas, el sistema tradicional posee un bajo interés en buscar este rumbo.

Los beneficios de educar en línea explicados con Youtube

Ahora ¿Qué tan seguros estamos de que puede ser eficiente el educar en línea?  Pues, la respuesta la tenemos bastante cercana. “Plataformas como Youtube son una clase de educación informal… se aprenden cosas tan simples como una receta hasta cosas muy complejas como programar”, son las palabras con las que Mendoza introduce la prueba de que educarnos en línea si resulta. Claro, a simple vista, Youtube es otra plataforma de entretenimiento. Sin embargo, siempre que necesitamos aprende algo corto o sencillo, es a la primera plataforma que recurrimos “de cierta forma, los influencer vieron un camino, se transforman en formadores sin tener una formación como educadores”, agrega el entrevistado.

No hay que ir muy lejos para ver ejemplo de ello, divulgadores científicos como Javier Santaolalla en España o WikiSeba aquí en Chile tienen bastante éxito mostrando un contenido educativo, relacionado con el mundo de la ciencia.

Sin ir más lejos, este año en argentina el premio “docente inspirador del año” se llevo un docente de Mendoza que enseña matemática de una manera didáctica y moderna a través de su canal de YouTube y de juegos.

Educar en línea no borra el factor humano

Pero ¿no es demasiado individual? Si bien nuestro entrevistado cree que la educación en línea propone “una educación más autónoma, quizás un camino donde el estudiante puede desenvolverse sin necesidad de las ataduras que supone una sala de clases”, no cree que esto derive en un ser más individual o con poca interacción social.

Todo lo contrario, según Mendoza “La educación en línea te da libertades de buscar en que quieres especializarte desde un inicio… en el internet puedes encontrar gente con gustos mucho más similares”. Esto es algo que se nota en las nuevas generaciones. SI vamos a Twitch o Youtube, notaremos que está plagado de contenidos diferentes, espacios donde podemos encontrar nuestros intereses y gente que se interese en lo mismo que nosotros, con la cual podemos interactuar y, como dice el docente “no te limita a un país ni un idioma, tienes el mundo a disposición”.

Las nuevas generaciones preferimos estos métodos, por que como dice T.L. Taylor en su libro Watch Me Play: Twitch and the Rise of Game Live Streaming “, entre el streamer y sus fans se crea algo muy importante: una comunidad”. Un nivel de cercanía que ni en los centros tradicionales podemos encontrar.

¿Qué tan lejos estamos de establecer el educar en línea?

Para Mendoza el método “hasta la pandemia no era algo tan lejano, pero el aterrizaje que significó tener como obligación la educación en línea hizo que la gente se hartara un poco de esta herramienta”. Quizás la falta de preparación bajo un poco la expectativa. Además, agregar que “los docentes no están tan acostumbrados a hablarle a una pantalla, al menos eso sienten”.

Lo cierto es que educar en línea todavía resulta un desafío. No obstante, es indudable que las nuevas generaciones se verán beneficiadas por este sistema. Si será total o no, eso esta por verse. Lo que es innegable es que educar en línea otorga facilidades y nuevas experiencias, que se pueden ver opacadas o satanizadas si no se aplican bien, tal como sucedió a partir de 2020.

Quizás debamos darle una segunda mirada pronto, pues, en palabras reflexivas del entrevistado, “el regreso a la presencialidad deja demostrado que el formato de estar dos horas en una sala hablando ya no es viable y quizás deberíamos aprender un poco de las nuevas formad de educar, para seguir mejorando el sistema”.

Servicios de streaming

Origen, impacto y futuro de los servicios de streaming

¿Sabían que la primera vez que se usó el término “streaming” fue gracias a una emisora de “música de ascensor” en la década de 1920? El sistema Muzak fue creado para la transmisión de este tipo de música a través de líneas eléctricas, pero con la llegada de la radio comercial este se quedó atrás. Pero por su definición actual, el streaming apareció en los 90, cuando el grupo británico The Rolling Stones transmitió en directo uno de sus conciertos mediante Showtime, una cadena de televisión de paga como parte de una promoción.

Estos acontecimientos dieron inicio y forma a lo que hoy en día es uno de los medios de entretenimiento más populares jamás creados. Pero para llegar a como los conocemos actualmente, su historia inicia con Netflix.

Netflix, el gigante del streaming

Todos conocemos a Netflix, el pionero en la industria de estas plataformas. Lo que no muchos saben es que su éxito no llegó de la noche a la mañana. Fue fundada como empresa en 1997 y ofrecía servicios de alquiler de DVD entregados a domicilio. En un principio se trataba de un videoclub virtual, en el cual los clientes escogían películas en línea y estas eran entregadas por correo postal.

Debido al excelente recibimiento de esta mecánica, la que llegó a 5 millones de suscriptores para el 2006, y a la evolución de internet, Netflix se lanzó al mercado del “video por demanda” un año después. El catálogo incluía una inmensa variedad de contenido de distintos estudios cinematográficos y televisivos, por lo que la plataforma no tardó en expandir su mercado internacionalmente.

Entre 2011 y 2013 la plataforma se estableció como el sitio ideal (y legal) para ver películas y series. Durante ese periodo comenzaron a incursionar en la creación de contenido original, con series como House of Cards y Orange is the New Black.

Como un aficionado de todo este mundo, la aparición de Netflix en mi vida fue algo nunca antes visto. Si bien la renta de DVD en lugares como Blockbuster tenía su gracia, esta se veía limitada por la cantidad de contenido disponible en el local y la odiada multa por la no entrega del producto rentado (lo que eventualmente lo llevaría a su desaparición). ¿Una plataforma a un precio mensual asequible con una infinidad de horas de contenido? El sueño de todo amante del cine y la televisión.

Entra la competencia

La popularidad de Netflix iba al alza. El acceso ilimitado, personalizado y sin anuncios a su parrilla de producciones originales y licenciadas, lo convirtieron en un fenómeno cultural sin precedentes. El libro «Netflix Nations. The Geography of Digital Distribution» catalogó a este servicio como plataforma de video, distribuidor audiovisual, cadena de televisión, corporación mediática global, compañía tecnológica, sistema de software, negocio de big-data, industria cultural, estilo de vida y modo de consumo mediático.

Como dicen por ahí, «el éxito inspira» y pues la competencia no tardó en llegar.

Warner Media vio esto y como resultado tenemos a HBO Max. The Walt Disney Company hizo lo suyo lanzando Disney+. Amazon crea Prime Video como extensión de su sitio de compra y venta. Y asimismo, muchos otros conglomerados se subieron al carro y actualmente tenemos muchas plataformas a nuestra disposición, dando inicio a las «guerras de streaming«.

Época de cambios

En un comienzo, el streaming nació como una alternativa a la televisión, en donde no dependías de ningún horario para ver series y sin interrupción por anuncios. Uno de los conceptos que Netflix puso sobre la mesa fue el «maratonear». El estreno de una serie o temporada con todos sus capítulos disponibles para verlos todos en una sola tarde se convirtió en una especie de ritual durante todo su periodo de reinado.

Las nuevas plataformas llegaron a cambiar eso. El principal impulsor de un «nuevo» modelo de estrenos fue Disney+, el cual consistía en lanzamientos semanales de los capítulos de sus series. Con propiedades intelectuales enormes ya establecidas como Marvel y Star Wars, las series que desprendían de estas le sumaron a Disney+ una gran cantidad de usuarios. Prime Video y HBO Max también se adhirieron a este estándar, el cuál lograba mantener a los suscriptores en el servicio por más tiempo y el impacto mediático en internet de ciertos contenidos duraba semanas, mientras que los de Netflix solo un par de días.

Streaming vs Cine

La pandemia le vino como anillo al dedo a todas las compañías. El confinamiento obligó a las personas a buscar formas de entretenimiento desde casa y los servicios de streaming fueron los más beneficiados con esto. Por el contrario, los cines se vieron afectados de manera negativa, algunos incluso llegando a la bancarrota.

Durante 2020, frente a la imposibilidad de estrenar películas en las salas, los grandes estudios se vieron en la necesidad de redirigir sus lanzamientos en servicios de streaming o incluso impulsados a crear sus propias plataformas. El caso de Disney+ dio de qué hablar en 2021 con su cuestionado sistema «Premier Access», el cual agregaba una tarifa extra al plan de suscripción para algunos estrenos que inicialmente eran para cines, como Mulan y Black Widow.

Por otro lado está el caso de Warner Bros., quienes tomaron la decisión de que todos sus estrenos del 2021 serían lanzados de manera simultanea en cines y en HBO Max. Directores y creativos repudiaron esta acción, ya que no se les fue consultado y la taquilla de ciertas películas se vio afectada.

Eventualmente todos estos modelos de estreno fueron quedan atrás a medida que la pandemia iba bajando su impacto.

Actualidad y futuro

Actualmente el streaming se enfrenta a una audiencia más demandante con el tipo de contenido que ofrecen y la asequibilidad en temas de precios.

La pérdida de cerca de 200.000 suscriptores en Netflix debido a cambios en su sistema, la próxima desaparición de HBO Max y la eliminación de parte de su contenido debido a la fusión de Warner Bros. y Discovery son casos recientes que ponen a estos servicios de streaming en un inesperado problema.

Este medio de entretenimiento llegó para quedarse, pero solo el tiempo dirá si los cambios en su estructura y en las audiencias será suficiente para mantenerse como un negocio rentable.

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Streamers y cómo Twitch explica las necesidades afectuosas

Una mirada a cómo se ha perdido la idea de tener ídolos y se impone en los jóvenes la necesitad de afecto e interés. Un consuelo encontrado gracias a los streamers.

Cómo nativo digital nacido en los 2000, puedo decir que he crecido a la par del contenido en internet. Desde los incógnitos que subían animaciones en Adobe Flash hasta los hoy llamados “streamers” que revelan su día a día en plataformas como Twitch y Youtube. Si hay algo, dentro de todos mis años dentro del mundo digital, que siempre pensé fue ¿por qué nos gusta ver a esta gente? ¿Hemos dejado de buscar gente inalcanzable para conformarnos con la cotidianeidad o existen otras razones? Y no es hasta la actualidad que entendí; no queremos sentirnos solos.

Millennials y las nuevas generaciones

Aunque la mayoría crea que al decir este termino nos referimos a la juventud, la realidad es que los “millennials” son los adultos jóvenes, aquellos que tuvieron o están por tener a los integrantes de las nuevas generaciones. Un grupo etario con otras necesidades, una al menos muy marcada; las familias distópicas.

Es entendible, entonces, que una generación distante a sus padres no quisiera tener hijos o relaciones familiares muy afectuosas. Al menos eso dice la estadística. Según la encuesta Adimark del 2016, aquello que define a un adulto para los millennials es, en orden, trabajar (63%), formar familia (32%) e irse de la casa de sus padres (21%). Esto deja en un rezagado puesto el tener hijos (13%), siendo poco interesante para ellos, pues el trabajo o independizarse les parece más interesante.

Tal es así que el Instituto Nacional de estadísticas, bajo el anuario de “Estadísticas vitales” dijo que “La tasa global de fecundidad (TGF) del país -que se interpreta como el número de hijas e hijos promedio que tendría una mujer durante su vida fértil (15 a 49 años)- fue de 1,56. Esta cifra está bajo el nivel de reemplazo generacional, que se estima en 2,1 hijos por mujer”. Si a esto se le suma la enorme cantidad de padres con más de un hijo con madre soltera, entonces queda una realidad bastante solitaria para los niños y adolescentes.

El miedo a la soledad en los jóvenes

Mi historia condice bastante con la estadística, si bien vivo junto a mis dos padres, la realidad es que, al menos desde que tengo memoria, paso la mayoría de mi tiempo solo, debido a que ambos trabajan, por lo que también comprendo cual es una de las carencias que más se forman con este proceso: la soledad.

Si tomamos el antecedente de la baja paternidad, entonces no es difícil asociar el miedo a la soledad con esta nueva generación. Según nos indica la psicóloga Natalia Franco, uno de los tres grandes factores para entender el miedo a la soledad es la dependencia emocional. Más que sentirse solos, uno los miedos más grandes es que la gente con la que ya congeniamos nos termine dejando. Entonces, resulta vital buscar redes de apoyo para una generación como la nuestra que se siente desfavorecida tanto con sus cercanos como con el futuro.

Los streamers como método de escape

Es entonces donde recién entran los “streamers”, aquellos que vinieron a cubrir ese vacío en nuestra generación.

No es ninguna duda de que los famosos de la nueva generación son los streamers. Los números que deja la plataforma Twitch son increíbles y si bien sufre de bajones por la competencia con otras plataformas como Youtube, lo cierto es que el formato esta en un auge tremendo y parece ser que es mostrado el entretenimiento hoy por hoy.

Pero ¿Qué tienen de especial los streamer? ¿Por qué nos gusta ver a adultos jóvenes realizar sus actividades diarias o jugar videojuegos todo el día? Pues según dice la profesora de MIT, T.L. Taylor en su libro “Watch Me Play: Twitch and the Rise of Game Live Streaming”, esto esta relacionado a un aspecto social bien característico; los streamers y sus fans crean comunidades.

Los creadores de contenido logran desvanecer la sensación de soledad, pues con ellos conocemos gente que piensa o tiene intereses similares a nosotros. Además, el streamer normalmente no es alguien hegemónico o un famoso inalcanzable que desfigura los estándares de belleza.

Un ejemplo de ello es quizás el personaje más famoso hoy por hoy del mundo digital, Ibai Llanos. Los números de Ibai son impresionantes, logrando superar todos los récords en la plataforma de Twitch. Sin embargo, si vemos su historial de vida no encontramos nada relevante o fuera de lo común, nada que lo haga especial y eso es precisamente lo que lo vuelve interesante para nuestra generación.

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Números de Ibai Llanos en la velada del año (propiedad de Twitch).

 En las diversas entrevistas que tiene constantemente el nacido en Bilbao, España, recalca cómo su vida fue la de un ciudadano promedio, como tuvo inseguridades para grabarse por su peso o cómo simplemente sube lo que le gusta.

 La magia detrás de los streamers esta en su nulidad de ser ídolos y, más bien, su gran capacidad para ser compañía diaria de una generación más bien solitaria y acomplejada por ello. Son un espacio de salvación mental.

La necesidad de tener conexiones

Si algo tomo como aprendizaje de todos estos años viendo streaming, es que la gente ya no solo busca entretenerse, como era en los noventa con MTV. Tampoco busca ídolos intocables como las Beatle maníacas de los sesenta. Yo creo que esta generación esta más cercana a lo que fueron las amas de casa tomando desayuno con Felipe Camiroaga que otra cosa.

Sentir afecto, tener una relación con aquella persona que esta al otro lado del monitor. Somos una generación que necesita afecto y en las personalidades de internet hemos encontrado nuestro nicho, gente común y corriente haciendo lo que a nosotros también nos gusta.

Véase también: «Big Data: La herramienta que mejora experiencias mediante datos»