déficit atencional

Déficit atencional: qué es y cómo enfrentarlo

El trastorno de déficit atencional e hiperactividad, o TDAH, es una de las condiciones más conocidas de nombre por la población. Sin embargo, es un diagnóstico incomprendido. Reconocido popularmente como un fenómeno de la infancia, el TDAH es en realidad transversal y contiene características amplias que van más allá del estereotipo del niño desordenado. 

De manera personal, he conocido de primera mano esta experiencia. Hace cinco años fui diagnosticado de déficit atencional. Eso, al mismo tiempo, quiere decir que viví toda mi infancia sin saber qué lo tenía, pero experimentando los efectos de este.

En aquel proceso logré comprender mucho mejor qué es el TDAH, y concluí que es desconocido realmente. Así, para poder explicar de manera clara esta condición conversé con la psicóloga Camila Jara, encargada del programa de salud mental del Cesfam Los Volcanes de Chillán, quien ha estudiado en universidades como la Universidad del Bio Bio y la Universidad de Concepción.

A través de su experiencia, nos cuenta cómo es tratada esta condición por las personas en general:

«La mayoría de los diagnósticos por déficit atencional son a niños, niñas y adolescentes derivados del colegio. Las mamás llegan súper preocupadas porque tienen problemas en la escuela y creen que es una enfermedad y que hay que curarla».

Junto con esto, Camila explicó a continuación lo necesario para entender qué es el déficit atencional y cuáles son los mayores mitos o confusiones al respecto.

¿Qué es el déficit atencional?

La primera idea errónea es decir que es una enfermedad. No lo es y no debe tratarse como una, es decir, no hay que pensar en hacerla desaparecer.

El déficit atencional, en cambio, es una condición en la cual el cerebro funciona de una manera diferente. Eso provoca que la persona sea capaz de poder analizar todo lo que ocurre en su entorno, pero con dificultades para focalizar la atención.

Por lo tanto, el déficit atencional trae dificultades para la persona, pero al mismo tiempo trae ventajas provenientes de esa capacidad de analizar su entorno.

Si bien no se sabe por completo las causas de esta condición, el déficit atencional tiene relación con un desbalance de los neurotransmisores como la dopamina.

También, es importante derribar el mito de que es algo que solo ocurre en la niñez, pues hay adultos que también lidian con este trastorno, aunque de manera distinta a los menores.

Tipos y características del déficit atencional 

Tras esta explicación, la psicóloga hizo una diferenciación entre las diferentes formas que se manifiesta esta condición:

Como explicaba, la mayoría de casos que vemos son niños, ya que son derivados de sus colegios. Ahí, nos vemos enfrentados a dos tipos de casos. 

Primero, es el de aquellos que tienen déficit atencional, pero además son hiperactivos y, en algunos casos, disruptivos. En este caso, los niños tienen dificultad para focalizar su atención, pero además tienen energía que no pueden canalizar. Entonces, cuando entran a una sala están constantemente moviéndose, ven una cosa y quieren jugar con ella, después ven otra cosa y cambian su interés. Cuando son disruptivos, además alteran el ambiente y es difícil contenerlos. 

Muchas veces, los niños que son desordenados y que tienen problemas académicos son producto del déficit atencional y no es que quieran generar caos. Por eso, son los más comunes de tratar porque son detectados.

Por otra parte, existen aquellos que tienen déficit atencional, pero sin hiperactividad. Aquí, los niños son calmados, pero inatentos. En estos casos, a los pacientes les cuesta mucho concentrarse en una actividad o en una tarea y empiezan a mostrar dificultades académicas por lo mismo.

Además, la mayoría de los casos vienen acompañados de impulsividad: no pueden estar quietos en una silla, hablan sin pensar o hablan mucho, interrumpen, etc.

Déficit atencional en adultos

Personalmente, antes de ser diagnosticado, también era parte de las personas que creía que el TDAH era un trastorno infantil y que los «niños desordenados» dejaban de serlo al volverse adultos. En la conversación, la psicóloga me explica que pensar eso es lo común:

Hasta hace un tiempo atrás, los neurólogos y los científicos también creíamos eso. Se pensaba que el déficit atencional ocurría durante la niñez y al ir madurando se iba corrigiendo. Sin embargo, ahora sabemos que persiste en la adultez.
La diferencia es que en los adultos se manifiesta distinto, debido a la madurez y las normas sociales, pero los síntomas siguen.
Lo que se ha demostrado con el tiempo es que el adulto va generando estrategias para enfrentar el défic​​it atencional. Por ejemplo, una persona que sabe que es in​​atenta, va a dejar las llaves siempre en el mismo lugar para que no se le pierdan, va a anotar todo, va a contar hasta diez antes de hablar. Es decir, va generando habilidades, que son un peso pero que se vuelven costumbres.
También hay casos de adultos con déficit atencional no tratado y que tienen dificultades. Son muy desordenados, dispersos, tienen problemas para concentrarse, no pueden terminar algo que comienzan, procrastinan. Esto les dificulta llevar a cabo actividades académicas, laborales o sociales. El típico ejemplo es el del paciente que no puede tener un pasatiempo por falta de constancia o que tiene muchos libros que quiere leer y no ha podido terminar ninguno.
Además, esto genera en las personas ansiedad, baja autoestima y depresión cuando genera perjuicios. También, en la búsqueda de un estímulo, puede llevar a conductas peligrosas o consumo de drogas

Y esto ocurre en personas muy capaces y no es que sean flojas, que no quieran o que no tengan las habilidades, sino que el déficit atencional no manejado les dificulta realizarlas. Esto, se suma que al no ser algo evidente en la persona, hace que sea difícil comprender para sus pares y que no sea entendido como simple irresponsabilidad.

Características positivas del TDAH 

Con esta descripción, pareciera que el déficit atencional tiene solo efectos negativos y que la diferencia con una enfermedad es solo semántica. Sin embargo, la psicóloga insistió en la necesidad de recalcar que no es así:

Como mencionaba antes, hay personas con déficit atencional que son muy capaces e inteligentes. El funcionamiento diferente del cerebro, el mismo que trae las consecuencias negativas, genera ventajas.

Son personas muy hábiles en lo emocional, muy perceptivas e intuitivas. Poseen capacidad de liderazgo y son empáticos. Esta capacidad de focalizar su atención en distintas cosas les da competencias para liderar a otras personas o generar condiciones para que las otras personas puedan trabajar. Al mismo tiempo, esto genera que sean creativos y que puedan pasar por periodos de hiperconcentración donde trabajan muy eficazmente.

Por eso, es común encontrar personas así en la administración, en la política o en las comunicaciones.

Tratamiento


Respecto del tratamiento, la psicóloga explicó que «es difícil hablar de un uno porque depende del caso». Sin embargo, según comentó, este consiste en una combinación de medicamentos y tratamiento conductual.
Después de entender mejor aún qué significa tener déficit atencional, mi última pregunta fue cuál es la forma en que ella cree que debería verse esta condición. Ante esto, dijo:
«Es importante enfrentarla, no esconderla ni tenerle miedo. Los tratamientos están probados y son seguros. También, es importante que se tome conciencia de la existencia de esto, para no generar más daño en la persona que no necesariamente hace mal porque quiera, de la misma forma que otros trastornos como el, por ejemplo, el autismo».

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Trauma infantil: Te daña a ti y a tu pareja

Habitamos un mundo donde cada día se habla más sobre tópicos como la responsabilidad afectiva, ir a terapia y la deconstrucción del amor romántico. Sin embargo, bajo la misma dinámica aún no normalizamos abordar el impacto que un trauma infantil, puede generar en nuestras relaciones sociales o sentimentales del presente. Ignorando -en algunos casos- la necesidad de reparar heridas del pasado para que estas no repercutan en nuestra salud mental en el futuro.

Saltar de una relación a otra, estar con parejas que no te convienen, no poder confiar en el otro, el constante anhelo de una relación perfecta, entre otros, resultan a simple vista, situaciones recurrentes. Sin embargo, son heridas sin tratar y provocadas en nuestra niñez. Y es que la forma en que nuestros padres, madres o cuidadores interactuaron con nosotros durante esa etapa, tiene un impacto directo en nuestras relaciones como adultos. 

Relaciones sexo-afectivas, terapia e infancia 

Desde mi adolescencia hasta ahora, he conocido un gran número de personas que han pasado por relaciones tóxicas. Un fenómeno que hoy en día, lamentablemente, no sorprende a nadie. Pero que, bajo mi visión personal, sí debería. ¿Por qué si es un acontecimiento tan negativo, ya no resulta un hecho aislado?, ¿por qué la mayoría de estos casos persigue un conjunto de patrones?. ¿Por qué algo que debería causarnos felicidad, termina repercutiendo en nuestra salud mental?

La respuesta radica muchas veces, en nuestros primeros años de vida. De acuerdo a la psicoterapeuta penquista, Elena Riquelme “la niñez es la etapa más importante, nuestros cuidadores son nuestro ejemplo más cercano. Y aunque hemos normalizado asistir a terapia, aún son muchos quienes no la practican”. El amor, es una necesidad biológica del ser humano, y es parte de su condición al ser un sujeto social. Por ende, los vínculos amorosos que forjamos, son la zona en la cual terminamos proyectando nuestras necesidades, inseguridades y carencias.

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Pero, ¿cuál es la relación estrecha entre nuestra crianza y nuestra relación sentimental? ¿Es una cuestión netamente afectiva, o se vincula directamente con la sanidad emocional?. La psicóloga explica que “cuando en una relación de dos individuos, uno de los dos pasa a llevar al otro debido a traumas no gestionados, comienza a manifestarse un desgaste mental en ambos involucrados”. “Esto sucede porque si la persona que ha tenido una infancia difícil o caótica, no ha asistido a terapia para reconocer sus disfunciones, terminará proyectando estas en su pareja”. 

Repercusión mental de los traumas de infancia

Un trauma, a nivel general, es el resultado de un acontecimiento impactante que vivimos, y que nos causa un estrés tan alto que termina interfiriendo en nuestro día a día. Si bien, algunos de ellos se manifiestan poco tiempo después del suceso, otros comienzan a emerger con el paso de los años. Es más, según la terapeuta “existen muchas personas que no son del todo conscientes de que acarrean un trauma. Lo cual resulta aún más dañino para las personas con quienes terminan involucrándose”

Un padre o madre ausente, sobreexigente en el ámbito académico como condición para demostrar afecto, adicto a sustancias como drogas o alcohol, infiel, padeciente de un trastorno mental, entre otros. Estos, son algunos de los cuidadores que frecuentemente terminan perjudicando la crianza de sus hijos e hijas. Aunque casi nunca sea esa su intención, el niño o niña, al estar expuesto en un entorno tan disfuncional, casi siempre termina adoptando un mecanismo de autodefensa para vincularse con otras personas más adelante.

Estrés postraumático, trastornos alimenticios y ansiedad, son las condiciones más comunes desencadenadas por estos hechos. No obstante, existen otras características de aquellas personas afectadas por un trauma no tratado. Algunas de ellas recaen en escoger parejas muy parecidas o muy diferentes a sus cuidadores, también tener dependencia emocional y no saber permanecer solteros. O por el contrario, tener apego evitativo y no poder comprometerse con alguien o con alguna situación. Otros tipos de trauma, se manifiestan en aquellas personas que anhelan una relación casi “perfecta”, para encontrar la estabilidad que no tuvieron en su niñez. 

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“Mis padres fueron figuras ausentes y presentes al mismo tiempo. Sobre todo mi papá, por quien comencé a buscar aprobación masculina en todas mis relaciones amorosas”, comenta Josefa, de 22 años de edad. 

“Cuando pequeña, me ejercían la “ley del hielo” siempre que se enojaban y más tarde empecé a sentir ansiedad cuando mi pareja ignoraba mis mensajes. La situación llegaba a deprimirme, no salía de mi casa y tampoco le contaba a mis amigas. Me dí cuenta de que mi ex me recordaba a mi papá”.

Según la psicóloga Myriam Restrepo, un alto porcentaje de pacientes psicológicos y psiquiátricos, acuden luego de haber estado en una relación tóxica. “Un fenómeno hace años de lo más común, pero del cual poco se ahonda sobre sus orígenes, que en su mayoría abarcan la crianza”. Amanda, una estudiante de 21 años, comenta “mis papás me solían culpar por cosas que ocurrían cuando era chica. Más tarde salí con un narcisista que me culpaba de todo, incluso de sus propias conductas. Cuando terminamos viví un cuadro depresivo y sentía que no tenía autoestima, mi salud mental estaba en decadencia”.

Importancia de gestionar traumas en terapia

De acuerdo a la psicoterapeuta Riquelme “el trauma también lo vive el victimario, no sólo la víctima. Cuando hay un narcisista o persona tóxica dentro de la relación, lo más probable es que esta también tenga una relación extraña con sus cuidadores. Y que a la vez, su conducta abusiva revela su inestabilidad mental y emocional”. Por ello, la urgencia de acudir con un profesional de la Salud Mental, y tratar las heridas antes de dañar a otros. 

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No obstante, es importante reconocer que muchos de los cuidadores y padres, no son el enemigo. Al vivir en un siglo lleno de tecnologías y recursos, resultaría cruel juzgar a aquellas generaciones que no gozaron de las mismas oportunidades. A quienes se les negaron necesidades básicas, tales como cobijar sus emociones, bajo el manto de la opresión y machismo de otras épocas. Como bien dijo Josefa, “no justifico a mis padres, pero ya no los juzgo. Ellos hicieron lo que podían con las herramientas que tenían, porque cargan con sus propios traumas no sanados”. 

Otra de las cosas relevantes para destacar en esta crónica, es lo que es la terapia como tal: un privilegio. A mediados del 2020 la directora del Hogar de Cristo, María Isabel Robles, reveló que en Chile, solo el 19% de la población tenía acceso a tratar su salud mental. Un porcentaje considerablemente bajo, teniendo en cuenta que ese mismo año los casos de trastornos mentales tuvieron un gran incremento. 

“Gracias a que pude asistir a terapia, sé que si el día de mañana mi relación sentimental actual termina, podré afrontarlo. He aprendido a comunicar mis inseguridades y establecer límites. Este es un tema que hace falta discutir más, sobre todo en las casas” declara Josefa, finalizando su testimonio.

Queda en evidencia, la urgencia de entablar conversaciones y conversatorios con especialistas sobre la temática abordada. La contingencia sin fin, que representa la salud mental en nuestro país y en el mundo. La importancia que cobran las necesidades infantiles no cubiertas, en el futuro de cada niño y niña, cuya niñez fue negligente. La raíz familiar de muchas heridas emocionales que cargamos día a día. La segregación y deuda infinita con aquellos que no pueden asistir a terapia. Y el eterno proceso no lineal, que conlleva sanar y entregar nuestra mejor versión a otros, y a nosotros mismos.