Ilustración de Pinterest

Trauma infantil: Te daña a ti y a tu pareja

Habitamos un mundo donde cada día se habla más sobre tópicos como la responsabilidad afectiva, ir a terapia y la deconstrucción del amor romántico. Sin embargo, bajo la misma dinámica aún no normalizamos abordar el impacto que un trauma infantil, puede generar en nuestras relaciones sociales o sentimentales del presente. Ignorando -en algunos casos- la necesidad de reparar heridas del pasado para que estas no repercutan en nuestra salud mental en el futuro.

Saltar de una relación a otra, estar con parejas que no te convienen, no poder confiar en el otro, el constante anhelo de una relación perfecta, entre otros, resultan a simple vista, situaciones recurrentes. Sin embargo, son heridas sin tratar y provocadas en nuestra niñez. Y es que la forma en que nuestros padres, madres o cuidadores interactuaron con nosotros durante esa etapa, tiene un impacto directo en nuestras relaciones como adultos. 

Relaciones sexo-afectivas, terapia e infancia 

Desde mi adolescencia hasta ahora, he conocido un gran número de personas que han pasado por relaciones tóxicas. Un fenómeno que hoy en día, lamentablemente, no sorprende a nadie. Pero que, bajo mi visión personal, sí debería. ¿Por qué si es un acontecimiento tan negativo, ya no resulta un hecho aislado?, ¿por qué la mayoría de estos casos persigue un conjunto de patrones?. ¿Por qué algo que debería causarnos felicidad, termina repercutiendo en nuestra salud mental?

La respuesta radica muchas veces, en nuestros primeros años de vida. De acuerdo a la psicoterapeuta penquista, Elena Riquelme “la niñez es la etapa más importante, nuestros cuidadores son nuestro ejemplo más cercano. Y aunque hemos normalizado asistir a terapia, aún son muchos quienes no la practican”. El amor, es una necesidad biológica del ser humano, y es parte de su condición al ser un sujeto social. Por ende, los vínculos amorosos que forjamos, son la zona en la cual terminamos proyectando nuestras necesidades, inseguridades y carencias.

Ilustración de Pinterest

Pero, ¿cuál es la relación estrecha entre nuestra crianza y nuestra relación sentimental? ¿Es una cuestión netamente afectiva, o se vincula directamente con la sanidad emocional?. La psicóloga explica que “cuando en una relación de dos individuos, uno de los dos pasa a llevar al otro debido a traumas no gestionados, comienza a manifestarse un desgaste mental en ambos involucrados”. “Esto sucede porque si la persona que ha tenido una infancia difícil o caótica, no ha asistido a terapia para reconocer sus disfunciones, terminará proyectando estas en su pareja”. 

Repercusión mental de los traumas de infancia

Un trauma, a nivel general, es el resultado de un acontecimiento impactante que vivimos, y que nos causa un estrés tan alto que termina interfiriendo en nuestro día a día. Si bien, algunos de ellos se manifiestan poco tiempo después del suceso, otros comienzan a emerger con el paso de los años. Es más, según la terapeuta “existen muchas personas que no son del todo conscientes de que acarrean un trauma. Lo cual resulta aún más dañino para las personas con quienes terminan involucrándose”

Un padre o madre ausente, sobreexigente en el ámbito académico como condición para demostrar afecto, adicto a sustancias como drogas o alcohol, infiel, padeciente de un trastorno mental, entre otros. Estos, son algunos de los cuidadores que frecuentemente terminan perjudicando la crianza de sus hijos e hijas. Aunque casi nunca sea esa su intención, el niño o niña, al estar expuesto en un entorno tan disfuncional, casi siempre termina adoptando un mecanismo de autodefensa para vincularse con otras personas más adelante.

Estrés postraumático, trastornos alimenticios y ansiedad, son las condiciones más comunes desencadenadas por estos hechos. No obstante, existen otras características de aquellas personas afectadas por un trauma no tratado. Algunas de ellas recaen en escoger parejas muy parecidas o muy diferentes a sus cuidadores, también tener dependencia emocional y no saber permanecer solteros. O por el contrario, tener apego evitativo y no poder comprometerse con alguien o con alguna situación. Otros tipos de trauma, se manifiestan en aquellas personas que anhelan una relación casi “perfecta”, para encontrar la estabilidad que no tuvieron en su niñez. 

Ilustración de Pinterest

“Mis padres fueron figuras ausentes y presentes al mismo tiempo. Sobre todo mi papá, por quien comencé a buscar aprobación masculina en todas mis relaciones amorosas”, comenta Josefa, de 22 años de edad. 

“Cuando pequeña, me ejercían la “ley del hielo” siempre que se enojaban y más tarde empecé a sentir ansiedad cuando mi pareja ignoraba mis mensajes. La situación llegaba a deprimirme, no salía de mi casa y tampoco le contaba a mis amigas. Me dí cuenta de que mi ex me recordaba a mi papá”.

Según la psicóloga Myriam Restrepo, un alto porcentaje de pacientes psicológicos y psiquiátricos, acuden luego de haber estado en una relación tóxica. “Un fenómeno hace años de lo más común, pero del cual poco se ahonda sobre sus orígenes, que en su mayoría abarcan la crianza”. Amanda, una estudiante de 21 años, comenta “mis papás me solían culpar por cosas que ocurrían cuando era chica. Más tarde salí con un narcisista que me culpaba de todo, incluso de sus propias conductas. Cuando terminamos viví un cuadro depresivo y sentía que no tenía autoestima, mi salud mental estaba en decadencia”.

Importancia de gestionar traumas en terapia

De acuerdo a la psicoterapeuta Riquelme “el trauma también lo vive el victimario, no sólo la víctima. Cuando hay un narcisista o persona tóxica dentro de la relación, lo más probable es que esta también tenga una relación extraña con sus cuidadores. Y que a la vez, su conducta abusiva revela su inestabilidad mental y emocional”. Por ello, la urgencia de acudir con un profesional de la Salud Mental, y tratar las heridas antes de dañar a otros. 

Ilustración de Pinterest

No obstante, es importante reconocer que muchos de los cuidadores y padres, no son el enemigo. Al vivir en un siglo lleno de tecnologías y recursos, resultaría cruel juzgar a aquellas generaciones que no gozaron de las mismas oportunidades. A quienes se les negaron necesidades básicas, tales como cobijar sus emociones, bajo el manto de la opresión y machismo de otras épocas. Como bien dijo Josefa, “no justifico a mis padres, pero ya no los juzgo. Ellos hicieron lo que podían con las herramientas que tenían, porque cargan con sus propios traumas no sanados”. 

Otra de las cosas relevantes para destacar en esta crónica, es lo que es la terapia como tal: un privilegio. A mediados del 2020 la directora del Hogar de Cristo, María Isabel Robles, reveló que en Chile, solo el 19% de la población tenía acceso a tratar su salud mental. Un porcentaje considerablemente bajo, teniendo en cuenta que ese mismo año los casos de trastornos mentales tuvieron un gran incremento. 

“Gracias a que pude asistir a terapia, sé que si el día de mañana mi relación sentimental actual termina, podré afrontarlo. He aprendido a comunicar mis inseguridades y establecer límites. Este es un tema que hace falta discutir más, sobre todo en las casas” declara Josefa, finalizando su testimonio.

Queda en evidencia, la urgencia de entablar conversaciones y conversatorios con especialistas sobre la temática abordada. La contingencia sin fin, que representa la salud mental en nuestro país y en el mundo. La importancia que cobran las necesidades infantiles no cubiertas, en el futuro de cada niño y niña, cuya niñez fue negligente. La raíz familiar de muchas heridas emocionales que cargamos día a día. La segregación y deuda infinita con aquellos que no pueden asistir a terapia. Y el eterno proceso no lineal, que conlleva sanar y entregar nuestra mejor versión a otros, y a nosotros mismos.

Síndrome de la cara vacía: el nuevo miedo post pandemia a que te vean el rostro

Más de dos años tuvieron que transcurrir para poder dejar atrás el uso obligatorio de mascarillas, sin embargo, esta medida tan esperada por cientos de personas desencadenó efectos negativos a nivel psicológico en una cierta parte de la sociedad, este problema, también conocido como el “síndrome de la cara vacía”, en el cual las personas que lo padecen afirman tener sentimientos de inseguridad y miedo, por tener que abandonar esta barrera que los protegía.

Conversamos con Claudio Bustos, psicólogo y profesor de la Universidad de Concepción, quien nos explicó acerca de este nuevo síndrome que afecta a miles de personas alrededor del mundo.

Dependencia de la mascarilla post Covid-19

Imagen extraída de larepublica.pe

Si bien la pandemia del Covid-19 aún no llega a su fin. Gracias a los avances en la medina y con el surgimiento de las vacunas contra el virus, la situación sanitaria del país y del mundo ha disminuido considerablemente con los contagios y casos fatales, permitiendo que países de alrededor del mundo regresen de manera progresiva a sus respectivas actividades sociales pre-pandemia, finalizando con ciertas obligatoriedades como lo fue el uso de la mascarilla en sectores públicos y privados.

En Chile, a partir del 1 de octubre se removió el uso obligatorio de mascarilla en espacios abiertos y cerrados, exceptuando en centros de salud como hospitales y clínicas en donde aún es de carácter obligatorio.

Angustia y miedo: síntomas del porqué de esta fobia

Según el psicólogo Carlos Bustos las personas que siguen usando el cubrebocas para realizar sus actividades pueden tener un sinfín de razones del por qué las siguen utilizando, estas pueden ser de carácter social como por la prevención de enfermedades respiratorias.

En cuanto a su función social, el psicólogo comenta que la mascarilla brindó en su momento una posibilidad de mayor privacidad frente a los demás, lo que a muchas personas les acomodó pues en estos tiempos en donde la exposición y la falta de privacidad son características del mundo interconectado y las redes sociales, el uso de mascarilla significaba la oportunidad de no mostrarse a la sociedad.  

Síndrome de la cara vacía en los jóvenes: ¿baja autoestima?

Este síndrome deriva del síndrome de la cabaña, problema que surge cuando una persona siente temor al salir de su hogar. Este síndrome se vio masificado durante los primeros meses de pandemia, en el año 2020, sin embargo, sigue habiendo personas diagnosticadas con esta condición.

Imagen extraída de ObjetivoBienestar

Por otro lado, el síndrome de la cara vacía está conectado específicamente al aspecto físico de las personas, al sentimiento de angustia y temor que sienten al tener que retirarse la mascarilla en frente de otras personas.

Los individuos que padecen el miedo de quitarse el tapa bocas presentan síntomas tales como ansiedad, pánico, angustia, vulnerabilidad e inseguridad. Claudio Bustos nos comentó acerca de como ha afectado en los adolescentes este cambio de normativa sanitaria, pues es en este rango etario donde se encuentran los más altos porcentajes de este síndrome.

Este fenómeno posee una mayor cantidad de pacientes en este rango etario pues, durante esta etapa de la vida, las personas comienzan a notar ciertos cambios en su aspecto físico los que muchas veces vienen acompañados de complejos e inseguridades.

Quienes pueden padecer de el síndrome de la cara vacía

El mask fishing o síndrome de la cara vacía no solo afecta a las personas que no están conformes con su rostro y que poseen complejos que llevan a querer cubrirse en frente de otros. Este síndrome puede tener dos orígenes distintos, uno de ellos siendo el miedo a mostrarse a los demás, y el otro la fobia a contagiarse, puesto que cierta parte de la comunidad aún no se siente completamente segura frente a la vuelta a la normalidad tras el virus Covid-19, inclusive cuando ya existan herramientas de protección, como lo son las vacunas.

Bajo esta premisa esta fobia arremete contra los siguientes tipos de personas.

  • Personas que padecen ansiedad, fobias sociales o ataques de pánico  
  • Hipocondríacos, debido a que este trastorno es conocido por el miedo intenso y prolongado a sufrir una enfermedad grave, en este caso el Covid-19 u otras enfermedades respiratorias.
  • Individuos con extrema timidez, o que posean múltiples complejos físicos, como lo es la dismorfia corporal que provoca que estas personas tengan episodios de ansiedad desproporcionada, y que en la mayoría de los casos les aterra verse distinto sin el cubrebocas.

Como poder afrontar y superar el mask fishing

Si luego de leer este post crees que puedes padecer de este síndrome, lo recomendado según el psicólogo Carlos Bustos es que acudas lo más pronto posible a un centro de salud mental, pues mientras más rápido se descubra este trastorno es más sencillo tratarlo.

Debido que han existido casos en donde los individuos que padecen esta fobia no salen de sus casas, pues creen que se pueden contagiar aun usando la mascarilla, o por el otro lado, no desean estar en situaciones en donde se les cuestione el hecho de que sigan utilizando mascarilla.

El profesor de psicología de la Universidad de Concepción nos recomendó algunos cambios que podemos realizar para ir dejando atrás esta fobia, para aquellos que padezcan en menor grado este trastorno.

  • Conocer que situaciones son las que desencadenan este síndrome, ya que esto puede mitigar en cada individuo de manera diferente y por acontecimientos distintos. Cuando sepas que es lo que gatilla estas emociones será mas sencillo trabajarlo.
  • Comienza realizando cambios pequeños en tu rutina diaria, visita lugares poco recurridos, no es necesario enfrentarte a grandes aglomeraciones en seguida.
  • Pide ayuda, conversa con tus familiares y amigos, hazles saber como te sientes.

Si este síndrome está afectando a tu rutina diaria, es decir, ya no realizas las mismas actividades que antes porque te acompleja o te genera ansiedad enfrentarte a multitudes, o por el otro lado, sientes un profundo miedo a contagiarte del virus, lo más recomendable que puedes hacer es dirigirte a hablar con un profesional. Nunca estará mal pedir ayuda.

Te puede interesar Mindfulness: Una terapia que beneficia a nuestra salud mental

¿Qué es el Síndrome del Corazón Roto?

¿Qué es el Síndrome del Corazón Roto?

La miocardiopatía de Takotsubo, más conocida como síndrome del corazón roto, fue descrita por primera vez en los años 90 en Japón. El nombre proviene de Tako-Tsubo, una vasija, abombada y con el cuello estrecho, usada tradicionalmente entre los pescadores nipones para atrapar pulpos, que representa la forma que provoca en el órgano. Y actualmente, la patología mencionada es una de afecciones al corazón más curiosas existentes. 

Anticonceptivos y salud mental, los temibles efectos secundarios

Si bien la aparición de los anticonceptivos hormonales se ha tratado de una oportunidad que ha permitido a millones de mujeres disfrutar de su vida sexual sin preocuparse por la concepción, si ha afectado de manera preocupante la salud mental de estas. 

La historia de la contracepción es mas antigua de lo que podríamos creer. Hace ya más de 60 años que la píldora anticonceptiva se encuentra autorizada para su venta, hecho que provocó una revolución en la vida de las mujeres. Esto, además, abrió las puertas a diversos nuevos métodos anticonceptivos hormonales, los cuales tienen un punto en común: efectos secundarios. 

Al crecer, muchos mitos sobre los anticonceptivos escuché: que me pondría gorda, que me pondría raquítica, que me volvería floja… sin embargo, siendo la salud mental un tema tan ridiculizado y tabú, nunca nadie me habló sobre el efecto secundario más peligroso; la depresión y ansiedad a la que el tratamiento hormonal te somete. 

Anticonceptivos hormonales

Compuestos por únicamente progestágenos o por la combinación de estrógenos y progesterona, su principal función radica en inhibir la ovulación y evitar los embarazos no planeados. En este segundo método, el estrógeno, posee la capacidad de regular los niveles de serotonina, conocida comúnmente como la hormona de la felicidad. Por otro lado, la progesterona incide en el principal sistema inhibidor del sistema nervioso central, lo que afecta negativamente al estado del ánimo. 

En el año 2012, C. Niño-Avendaño, J. Ospina D. y F. Manrique realizaron un estudio que tenía por objetivo «identificar la posible asociación entre el uso de anticonceptivos hormonales, y la ocurrencia de episodios de ansiedad y depresión en estudiantes universitarias de Tunja (Colombia)». En este, se determinó una población de 538 mujeres que hacían uso de este tipo de contraceptivo, entre las cuales 102 (18,95%) presentó algún tipo de depresión y 280 (52,04%) indicó grados de ansiedad. 

Así mismo, en «Uso de anticonceptivos hormonales en relación a la terapia antidepresiva: Un estudio basado en la población a nivel nacional» por Ann-Britt Wiréhn, entre sus conclusiones se afirmó que; mujeres, especialmente entre los 16 y 19 años y que hacen uso de anticonceptivos con progesterona, hacen un mayor uso de la terapia antidepresiva. 

Doña Evelyn Yáñez

Para mí, este peligroso efecto secundario solo se hizo presente en mi vida una vez yo comencé a hacer uso de mi primer anticonceptivo hormonal: el Implanol. Esta experiencia me llevó a comenzar a hablar de aquello con mis amigas, compañeras, tías, quien me quisiera escuchar y contar un poco más. Donde sea que iba, hablaba de mi tema favorito: anticonceptivos y depresión. Así supe de la historia de Evelyn Yáñez. 

Con 50 años ya y una mirada reflexiva en el rostro, me relató cómo, debido a irregularidades hormonales, comenzó a tomar anticonceptivos a los 14 o 15 años. Y, si bien no pudo afirmar una edad exacta, desde su adolescencia sufrió cuadros depresivos, lo cual se convirtió en un común en su vida. Así mismo, en un racconto de su vida, reconoció que la gravedad de estos disminuyó significativamente una vez suspendió el uso de estos, hace ya casi una década. 

Su experiencia, la verdad, me pareció tan cruda y cercana a lo que yo misma viví que siento que nuestros minutos de conversación valen la pena ser escuchados y deben ser difundidos. 

Sofía

Así como en la historia anterior, estos efectos secundarios han llevado a otras mujeres a abandonar el tratamiento con anticonceptivos en un intento de salvar su salud mental.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDES 2010) se afirma que la tasa de discontinuación del método anticonceptivo hormonal oral fue de un 49.7% en los primeros 12 meses; y en el estudio “Factores de riesgo asociados al abandono de la anticoncepción hormonal oral en el hospital regional docente de Trujillo» se reconoce a los efectos adversos como uno de los factores que lleva al abandono del tratamiento. 

Sofía fue otro caso de esta temática. 

Después de casi un año de abandonar el tratamiento, Sofía volvió a tomar anticonceptivos y en menos de un mes reconoció que algo extraño sucedía. La tristeza parecía haberse convertido en un permanente en su vida y, como ella misma reconoció, por todo lloraba, todo era motivo de una gran pena. «Desconocí mi cuerpo» declaró. No fue hasta el segundo mes, llevada por la angustia y la necesidad de entender que sucedía con ella, que leyó las contraindicaciones donde postulaba la posibilidad de cuadros depresivos. Fue allí cuando decidió la suspensión del tratamiento. 

Anticonceptivos y discriminación de género

Como Sofía ha habido miles de jóvenes que pasan por esta pesadilla. Mujeres que, día a día, se ven afectadas gravemente por el tratamiento con anticonceptivos hormonales. Que ya sea por ignorancia, por no haber sido guiadas correctamente, o por la nulidad de opciones, deben someterse a estos con terribles efectos secundarios que deterioran su salud mental. 

Sin embargo, no se debe olvidar que existen gran cantidad de otros métodos no hormonales para mujeres. Así mismo, actualmente se encuentran en desarrollo diversas opciones para hombres, además de las ya existentes. Tristemente, y de acuerdo con el estudio «Discriminación de género en el uso de métodos anticonceptivos: Perspectiva de las y los estudiantes de la Universidad del Bío-Bío, sede Concepción», estos se encuentran fuertemente influenciados por una perspectiva de género. Este concluye que «si bien, los hombres reconocen que la responsabilidad del uso de métodos anticonceptivos debiera ser compartida, cuando estos se encuentran en una relación de pareja, en muchas ocasiones este discurso no se asemeja a su realidad, ya que, en sus conductas se revela que estos no se hacían cargo de utilizar ningún método anticonceptivo, finalmente su idea de “responsabilidad compartida” no va más allá de su discurso y no de su actuar». 

La ansiedad y las emociones en el rendimiento deportivo

La ansiedad y las emociones en el rendimiento deportivo

Ponte en esta situación. Estás en una maratón, llevas corriendo una buena cantidad de kilometros. Estás muy cansado o cansada, con el cuerpo fatigado, inspirando y expirando el aire por la boca. Tu mirada no se despega del suelo. Estas pensando en detenerte y abandonar la carrera. Levantas la vista y logras divisar al público que está cercano a la meta. Escuchas los gritos, gente apoyándote, expectante a que logres cruzar la linea que marca el final. Es en ese momento en el que aumentas tu ritmo de carrera. Pisas con fuerza el suelo. Esa motivación hizo que te volviera el aliento y todo lo que sentiste en el tramo final desaparece. Inmediatamente corres como si la competición hubiera recién comenzado y atraviesas la meta. La ansiedad y las emociones en el rendimiento deportivo. ¿Cómo se explica este fenómeno?

Cada vez más son las disciplinas deportivas o de competición que han surgido en el último tiempo. Lo que ha encendido el interés en el estudio de la psicología deportiva, ampliando cada vez más su campo de investigación. Uno de esos campos es el de las emociones, enfocado en el estrés, el estado de activación del organismo y la ansiedad.


Las emociones en el rendimiento deportivo

Un concepto que siempre ha sido difícil de definir, al punto de que a veces ni nosotros logramos entender el porqué nos sentimos de una manera respecto a una situación. Los primeros autores que se interesaron por este problema de definición, desde el punto de vista científico, las interpretan como la percepción por parte del sujeto de su propia respuesta fisiológica a un determinado acontecimiento (James, W., 1984). Por esta razón, el debate por la definición de este concepto aun no ha concluido.

Actualmente, a los deportistas de elite se les exige, más allá de ser lo mejor que puedan en su disciplina y mantener un estado y condición física de alto nivel, tener un control total de sus emociones, ya que estas influyen directamente en su rendimiento. Un ejemplo de esta influencia es el arousal o ”estado de activación”.


Arousal en el rendimiento deportivo

Se define como el estado de activación psicofisiológica del organismo, afectando directamente en los procesos de atención y actuación (Gould D.; Krane, V., 1992). Los niveles altos de arousal benefician al deportista en tareas que se vean involucradas condiciones como la velocidad, resistencia y fuerza. Por otro lado, los niveles bajos de arousal ayudan al deportista en tareas donde prime la coordinación fina o la estrategia de decisión compleja. Según la ley de Yerkes y Dodson (1908), el aumento progresivo de arousal también mejora el rendimiento del atleta, llegando a un punto máximo, llamado peak performance.

Este concepto se torna muy interesante, especialmente para uno como deportista. Para rendir al máximo nivel, hay que saber adaptarse a las diferentes situaciones en una misma disciplina y lograr ese dominio mental. Por ejemplo, en un partido de fútbol, sería necesario obtener niveles altos de esta exaltación para aumentar nuestras características de velocidad, fuerza y resistencia (esfuerzo condicionado), pero, en ese mismo encuentro, si estamos en una tanda de penales, lo ideal sería disminuir los niveles de arousal para enfocarnos en la concentración, coordinación y temple.

En ese sentido, nuestra capacidad de poder controlar nuestras emociones y nuestro estado de activación se verán altamente condicionado por un tercer gran factor: La ansiedad.


Ansiedad y estrés en el rendimiento deportivo

En el deporte, existe una gran variedad de situaciones o condiciones que nos generan tensión emotiva. El sentimiento de competencia relacionado con la búsqueda de la victoria, la frustración tras una derrota y/o un mal rendimiento, el miedo al contrincante, las evaluaciones y opiniones, el mal funcionamiento del equipo, entre otras. Estos ejemplos generan estrés, término que hace referencia a los factores que provocan respuestas subjetivas de ansiedad.

La ansiedad, por su parte, que se genera tras la exposición del deportista a estímulos estresantes, obstaculiza el rendimiento de este, manifestándose mediante respuestas individuales de falta de adaptación en ámbitos fisiológicos, comportamentales y cognitivos. Es más, la respuesta que el atleta da frente a una situación será diferente según su personalidad. Lo que es muy estresante para una persona, puede no serlo para otra.

Gráfico de relaciones entre energía psíquica y estrés.

Para relacionar todos los conceptos, te presento el gráfico de relaciones entre energía psíquica (arousal) y estrés (Martens y Bump, 1988)

La ansiedad y la salud mental en el deporte se vuelve determinante. Refiriéndonos al primer concepto, existen diversos tipos que afectan de manera diferente al atleta. Desde tener sentimientos de aprensión y tensión, emociones negativas, la predisposición a percibir peligros y amenazas, formar expectativas pesimistas, hasta generar falta de confianza en uno mismo y/o en sus capacidades. Un hecho actual que tiene relación con la ansiedad y las emociones en el rendimiento deportivo sucedió en los Juegos Olímpicos, cuando Simone Biles, destacada gimnasta estadounidense, se retiró de la final de Tokyo 2021 para priorizar su salud mental.


Obsesión > Talento

La temática de la ansiedad y las emociones en el rendimiento deportivo me parece muy interesante. Siento que es información que debemos considerar los y las que somos apasionados o apasionadas por alguna disciplina, para que logremos alcanzar nuestro máximo potencial. La mente juega un papel muy importante a la hora de realizar un deporte, especialmente en el manejo de situaciones como las críticas, la presión, los nervios, el miedo y la ansiedad. Después de escribir esto, la frase ”la obsesión le gana al talento” me hace mucho más sentido. Si realmente quieres ser el mejor o la mejor en lo que haces, debes controlar mucho más que la técnica o tu capacidad física, sino que debes dominar tu mente en todos los aspectos posibles.

Sobre este tema, te invito a leer acerca de el impacto de la independencia en la salud mental en los jóvenes.